15. Open the door

Acordamos con nuestro hotel que un minibus nos recogerá de madrugada para visitar los castillos de Gondar antes de partir hacia el Simien National Park. El minibus resulta ser una furgoneta manejada por dos tipos de gesto torvo que, tras recogernos, empiezan a dar vueltas por la ciudad a la caza de pasajeros. Pasan por la estación de autobuses, deambulan de calle en calle gritando el nombre de su destino, vuelven a la estación. Dos horas más tarde, seguimos en Bahir Dar y los pasajeros que se han ido subiendo a la furgoneta empiezan a quejarse. Ha volado la mañana que reservamos para Gondar. Ya somos quince en un vehículo de seis plazas y siguen buscando. La chica que hay sentada a mi lado protesta con rotundidad. Se adensa el aire en la furgoneta. El conductor y su acompañante responden con desprecio y ella empieza a alzar la voz. No sabemos ni dos palabras en amhárico, pero la señalamos diciendo con la cabeza y gritando She's right! She's right! Exige que le abran la puerta y el conductor se niega en muy malos términos. Empezamos a ponernos nerviosas. En un par de ocasiones logran sentarla por la fuerza, pero la chica escapa en un semáforo. R y yo nos miramos: ahora o nunca.

Salto hacia la calle. El resto de pasajeros amaga con lo mismo pero, detrás de mí, la puerta se cierra con violencia. R sigue dentro. Empiezo a gritar, logro entreabrirla y forcejeo con el tipo que trata de cerrarla. Es el momento de decir lo que me he callado hasta ahora:

She's a member of UN.
Open the door.

La puerta se abre sin resistencia y R sale disparada como el vapor de una olla a presión. Tras ella, el resto de pasajeros. Notamos en la espalda el peso de una sombra: lastre de ganado.